To "antabay" in Pangasinan means to "guide" and by doing so "nurtures and supports" to other. And one cannot guide unless one walks with the other, feels for the others.
viernes, 20 de octubre de 2006
Poesía en pequeñas dosis
20 comentarios:
Anónimo
dijo...
" No sé, me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso si! - y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡ pierden el tiempo las que pretenden seducirme!. Está fue - y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Que me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Que me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronostico reservado? ¡ María Luisa era una verdadera pluma!. Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores!. Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. " ;¡ María Luisa! ¡María Luisa!...y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡ Que delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...la de pasarse las noches de un solo vuelo! Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿ Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando."
Porque ni tú ni yo decimos la poesía por su nombre, sino que nos inventamos -y más que inventar: nos añoramos- en frases que alguna vez, o por primera vez, tuvieron su sentido, intrínseco sólo en el instante, para que no sea redicho, ni sabio, ni ignorante, porque ni tú ni yo hemos venido hasta aquí para hablar en verso; por el contrario, del reverso, que no tenebroso sino primaveral y casi veraniego en las mañanas, justo cuando el resto saluda y se despide, mientras transcurre lo que decimos, transcurre también la poesía.
No existe el horizonte que ahora ves, es sólo una ficción que el ojo crea, el reconocimiento de su falta de ambición al mirar, la ingente suma de todos sus fracasos, la metáfora de las limitaciones que conoce.
Detrás de aquella raya, queda un mar que tus dos ojos niegan, tachan, hunden. Acostumbra a tu mente -más osada- a saltar por encima de ti mismo.
Hablamos de tí, pero sin pena. Sencillamente hablamos de ti, de como nos dejaste, del sufrimiento lentísimo que fue fundiéndote, de tus cosas hablamos, y también de tus gustos, de lo que estimabas y de lo que no estimabas, de lo que hacías y decías y sentías; de tí hablamos, pero sin pena.
Y poco a poco serás tan nuestro que no hará falta ni que hablemos de tí para recordarte; poco a poco serás un gesto, una palabra, un gusto, una mirada que fluye sin decirlo ni pensarlo.
Puedo respirar aún más callado, reducirme al silencio de un esqueleto. Hoy escribo mis últimas cartas y sigo muy viejo con el diario de ayer, no ha pasado nada, sólo algún pájaro y una luz que se ahoga entre tejados.
Hoy renuncio, renuncio a los cristales y a las imágenes de muertos, renuncio a la limosna. No quiero ninguna palabra que no se parezca al origen, renuncio al consuelo.
Más, más abajo hay un hueco de escalera he parado todos los relojes, renuncio al nombre de la horas. Pierdo todo lo que está en mis manos, tuve días que fueron de miradas y algún vestido, hubiera sido hermoso enseñarte a nadar, renuncio a nombrarte cuando todo está quieto.
Cara a la pared se descubren territorios inéditos, páramos, cielos de plomo, renuncio a los paisajes. Sé que puedo resucitar de una muerte por hastío pereo aún hay un desierto en mi habitación y gravedad en el agujero de mi vida.
Amiga la calle del sol tempranero se transforma de pronto en atajo bordeado de muros vegetales el rascacielos da la visión despiadada de un acantilado de poder los colectivos pasan raudos como benignos rinocerontes y en un remoto bastidor de cielo las nubes son sencillamente nubes
la muchacha cargada de paquetes es una hormiga demasiado obvia y en consecuencia la descarto pero el lisiado de noble rostro ése sí avanza como un cangrejo la monjita joven de mejillas ardientes crece como un hongo sin permiso el hollín va siendo lentamente rocío y el olor a petróleo se convierte en jazmín
y todo eso por qué sencillamente porque en la primera línea pensé en vos amiga
Ayer te besé en los labios. Te besé en los labios. Densos, rojos. Fue un beso tan corto, que duró más que un relámpago, que un milagro, más. El tiempo después de dártelo no lo quise para nada ya, para nada lo había querido antes. Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso; estoy solo con mis labios. Los pongo no en tu boca, no, ya no... -¿Adónde se me ha escapado?-. Los pongo en el beso que te di ayer, en las bocas juntas del beso que se besaron. Y dura este beso más que el silencio, que la luz. Porque ya no es una carne ni una boca lo que beso, que se escapa, que me huye. No. Te estoy besando más lejos.
Cuando deje las sábanas, mañana, pensaré que mi sueño de la noche no ha sido sólo un sueño y que lo que me aguarda no es la huraña mañana de mañana. Acogeré mi cuerpo esperanzado, como un feliz presagio inmerecido, y si hay un cuerpo al lado, será maravilloso descubrirlo, saber que las monedas que he pagado (y las monedas con que me ha comprado) han sido las monedas del amor, que pagamos con gusto y por el gusto, locos de amor los dos. Y amar, esa mañana, extrañamente, será la redención de nuestros actos pasados y futuros, y el hecho del amor, en su presente, será como la historia sin la historia, un cuento que contamos con los cuerpos y que tiene sentido, lleno de ruido y furia compartidos. Y si despierto solo, despertaré contento de estar solo, por la simple razón de estar conmigo, que soy el viejo amigo de algunos buenos ratos que he vivido. Se inundará la casa con el sol, y si no hay sol se inundará de gris, un gris reconfortante, de París, que es la ciudad que tiene un gris más sol. Haré mis abluciones matinales y haré la colación, y respecto al milagro de que los alimentos alimenten haré una reflexión profunda, sorprendente, que alimente las estancias del alma y que dé calma a un alma que ama la contemplación. Para el resto del día tendré planes y hasta tendré esperanzas, que ya es tener bastante un mismo día, y en un claro derroche de energía tendré la convicción de que los planes y hasta las esperanzas no son la más completa tontería. Naceré a mi ciudad, como si fuese la primera vez que nazco y que la veo, contento de nacer y de fundar, igual que un gran viajero, mi ciudad, quizá un lugar tranquilo junto al mar, donde esperar consiste en encontrar una buena razón para esperar el paso de los días. Ya la ciudadanía, que, comúnmente, es una porquería, una viciosa tropa indiferente, habré de comprenderla, y, comprendiéndola, comprenderé toda su indiferencia, su desprecio, porque tendré conciencia de que quien más quien menos (y me incluyo) tiene una innoble historia que contar, lo cual, si no inocentes, nos vuelve dignos de algo de piedad. Seré un huésped del tiempo, un invitado que aspira a estar contento y al cuidado de las horas, hasta lograr que el tiempo sea por fin mi líquido elemento, y no un andén desierto en que aguardar trenes de paso hacia ningún lugar, cansado, el pensamiento, de sentir, y de pensar, cansado el sentimiento. Toda la peor vida de la vida, que a veces es la única que ocurre, le habrá ocurrido a un yo que no conozco, un yo que a fuerza de desconocido convierte en no vivido lo vivido, y el yo que reconozco, el que comparte la vida preferida (ésa que ha estado siempre en otra parte) sera mi yo más mío. Y la vida que venga será fácil, o lo parecerá (que más me da) será la dulce vida, y por dulzura y por facilidad será una eternidad mientras me dura, aunque sólo me dure un día más. Por eso, más que un día, mi día de mañana es el proyecto de un tiempo por llegar: es el pluscuamperfecto de futuro. Ya sólo hay que aprenderlo a conjugar.
Por cuanto ya he leído, me permito afirmar que a nuestro gremio le parece arriesgado dedicarte un poema. Tememos un exceso de emoción y nos asusta el tópico, sin reparar, tal vez, en que es sentimental y tópica la vida, y en que no hay sentimiento más sobrio y menos huero que aquel al que rehuye la cobarde retórica de nuestra recelosa tribu. Pocas veces encuentras, amistad, el lugar que mereces en los versos: te lo usurpa el amor, ese afecto inconstante, sentimental y tópico que se dice tu hermano. No pretendo cargarte de adjetivos, compararte con nada ni sumar tus virtudes; solamente quisiera, aunque sea una vez, certificar mi asombro ante tu gran ausencia y rendirte homenaje. Yo te canto, amistad, sosegada pasión que bendice mi vida.
EL LUGAR DEL CRIMEN Más allá de la sombra te delatan tus ojos, y te adivino tersa, como un mapa extendido de asombro y de deseo. Date por muerta, amor, es un atraco. Tus labios o la vida.
La mano que reposa en la mano de amante, jugando con la joya de algún aniversario.
Los tacones rojos de una puta vestida de rojo por el pasillo de un hotel de alfombras rojas.
La adolescente que se pone los calcetines escoceses en un almacén de bebidas, sentada sobre un fardo de cartones, mirando su reloj, contando unos billetes.
El jubilado que vuelve a casa con un ramo de rosas sin abrir -y medio siglo vivido ya con esa vieja que cocina sin sal y apenas habla.
El cliente del peep show, mirando a través del cristal de la cabina -como un caleidoscopio de quimeras y bragas- el girar de unos cuerpos que sonríen.
El muchacho que entra en un bar de ambiente con ojos de gacela lastimada.
El viajero que besa la foto familiar.
El viajero que desliza por el mostrador la tarjeta de crédito, y se pierde con la muchacha elegida por el laberinto de los reservados bajo las luces especiales de un reino de peluche.
El que pronuncia un nombre, y no se duerme, y abraza la almohada.
Los colegiales que se besan en los jardines del internado.
La separada joven que mira el teléfono rogándole que suene.
El señor atildado que detiene su coche en una esquina y cierra un trato con el chapero de las zapatillas de deporte.
El niño que busca el cuarto oscuro para quedarse a solas con la gélida imagen de una modelo de revistas de moda.
Contra nosotros mismos: lo que llamamos amor.
Y cada cual pronuncia esa palabra con un secreto temor y una secreta demencia.
Los lamentos poéticos de este siglo son sólo sofismas. Los primeros principios deben estar fuera de discusión. Acepto a Eurípides y a Sófocles; pero no acepto a Esquilo. No deis muestra de carecer del más elemental decoro ni de mal gusto hacia el creador. Rechazad la incredulidad: será para mí un placer. No existen dos géneros de poesía; sólo hay uno. Existe una convención poco tácita entre el autor y el lector, por lo cual el primero se llama enfermo y acepta al segundo como enfermero. ¡El poeta es el que consuela a la humanidad! Los papeles se han invertido arbitrariamente. No quiero ser difamado con el calificativo de fanfarrón. No dejaré Memorias. La poesía no es la tempestad, como tampoco el ciclón. Es un río majestuoso y fértil. Sólo admitiendo físicamente la noche, se ha llegado a hacerla admitir moralmente. ¡Oh Noches de Young! ¡Cuántas jaquecas me habéis ocasionado! No se sueña sino durmiendo. Palabras como sueño, nada de la vida, pasó por la tierra, el adverbio quizás, el trípode desordenado, han infiltrado en vuestras almas esa poesía húmeda de languideces similar a la podredumbre. Sólo hay un paso de las palabras a las ideas. Las perturbaciones, las ansiedades, las depravaciones, la muerte, las excepciones en el orden físico o moral, el espíritu de negación, los embrutecimientos, las alucinaciones favorecidas por la voluntad, los tormentos, la destrucción, las lágrimas, las insaciabilidades, las servidumbres, las imaginaciones penetrantes, las novelas, lo inesperado, lo que no debe hacerse, las peculiaridades químicas del buitre misterioso que acecha la carroña de alguna ilusión muerta, las experiencias precoces y abortadas, las oscuridades con caparazón de chinche, la terrible monomanía del orgullo, la inoculación de los estupores profundos, las oraciones fúnebres, las envidias, las traiciones, las tiranías, las impiedades, las irritaciones, los despropósitos agresivos, la demencia, el soleen, los terrores razonados, las inquietudes extrañas que el lector preferiría no sentir, las muecas, las neurosis, las hileras ensangrentadas por las que se hace pasar la lógica que no tiene salida, las exageraciones, la falta de sinceridad, los parloteos, las vulgaridades, lo sombrío, lo lúgubre, los partos peores que los asesinatos, las pasiones, el clan de los novelistas de tribunales, las tragedias, las odas, los melodramas, los extremos presentados perpetuamente, la razón silbada impunemente, los olores de gallina mojada, las insipideces, las ranas, los pulpos, los tiburones, el simún de los desiertos, todo aquello que es sonámbulo, turbio, nocturno, somnífero, noctámbulo, viscoso, foca parlante, equívoco, tuberculoso, espasmódico, afrodisíaco, anémico, tuerto, hermafrodita, bastardo, , albino, pederasta, fenómeno de acuario y mujer barbuda, las horas repletas de desaliento taciturno, las fantasías, las acritudes, los monstruos, los silogismos desmoralizadores, las basuras, lo que es irreflexivo como el niño, la desolación, ese manzanillo intelectual, los chancros perfumados, los muslos con camelias, la culpabilidad de un escritor que rueda por la pendiente de la nada y se desprecia a si mismo con gritos jubilosos, los remordimientos, las hipocresías, las perspectivas imprecisas que os trituran con sus engranajes imperceptibles, los severos escupitajos sobre los axiomas sagrados, , la piojería y sus cosquilleos insinuantes, los prefacios insensatos como los de Cromwell, de la señorita de Maupin y de Dumas hijo, las caducidades, las impotencias, las blasfemias, las asfixias, las sofocaciones, las rabias; frente a esos inmundos osarios que con sólo nombrarlos enrojezco, es hora de reaccionar contra lo que nos ofende y nos doblega autoritariamente. Vuestro espíritu es arrastrado perpetuamente fuera de quicio y sorprendido en la trampa de tinieblas construida con grosero artificio por el egoísmo y el amor propio.
Soñé que había entrado en el cuerpo de un puerco, que no me era fácil salir, y que enlodaba mis cerdas en los pantanos más fangosos. ¿Era ello como una recompensa? Objeto de mis deseos: ¡no pertenecía más a la humanidad! Así interpretaba yo, experimentando una más que profunda alegría. Sin embargo, rebuscaba activamente qué acto de virtud había realizado, para merecer de parte de la providencia este insigne favor. Más ¿quién conoce sus necesidades íntimas, o la causa de sus goces pestilenciales? La metamorfosis no pareció jamás a mis ojos, sino como la alta y magnífica repercusión de una felicidad perfecta que esperaba desde hacia largo tiempo. ¡Por fin había llegado el día en que yo me convirtiese en un puerco! Ensayaba mis dientes sobre la corteza de los árboles; mi hocico, lo contemplaba con delicia. No quedaba en mí la menor partícula de divinidad: supe elevar mi alma hasta la excesiva altura de esta voluptuosidad inefable.
Hay horas en la vida en que el hombre de melena piojosa lanza, con los ojos fijos, miradas salvajes a las membranas verdes del espacio, pues le parece oír delante de sí, el irónico huchear de un fantasma. El menea la cabeza y la baja; ha oído la voz de la conciencia. Entonces sale precipitadamente de la casa con la velocidad de un loco, toma la primera dirección que se ofrece a su estupor, y devora las planicies rugosas de la campiña. Pero el fantasma amarillo no lo pierde de vista y lo persigue con similar rapidez. A veces, en noches de tormenta, cuando legiones de pulpos alados, que de lejos parecen cuervos, se ciernen por encima de las nubes, dirigiéndose con firmes bogadas hacia las ciudades de los humanos, con la misión de prevenirles que deben cambiar de conducta, el guijarro de ojo sombrío ve pasar, uno tras otro, dos seres a la claridad de un relámpago, y, enjugando una furtiva lágrima de compasión que se desliza desde su párpado helado, exclama: Por cierto que lo merece; no es más que un acto de justicia. Después de haber dicho esto, recobra su actitud huraña, y sigue observando, con un temblor nervioso, la caza de un hombre, y los grandes labios de la vagina de sombra, de donde se desprenden incesantemente, como un río, inmensos espermatozoides tenebrosos que toman impulso en el éter lúgubre, escondiendo en el vasto despliegue de sus alas de murciélago, la naturaleza entera, y las legiones de pulpos que se han vuelto taciturnos ante el aspecto de esas fulguraciones sordas e inexpresables. "
A tu orilla he venido. Tengo un otoño, un pájaro y una voz desusada. Tú me esperas: un río, una pasión y un fruto. Y tiene nuestro encuentro el vuelo, la corriente, seguros, proclamados. He venido a tu orilla con los brazos tendidos y ahora ya soy la hierba que no termina nunca, el barro donde el agua sujeta sus mensajes y la cuna del cauce para mecer tu sueño. Dime si estoy pendiente de mi diario trabajo, si basta a tus oídos mi tristísimo verso o si a mi sombra vive mejor mayo tu carne. De tu orilla me iría si ahora me dijeras que te amo solamente como los hombres aman o que mi voz te suena como todas las voces.
"13.15. Todos los tripulantes de los compartimientos sexto, séptimo y octavo pasaron al noveno. Hay 23 personas aquí. Tomamos esta decisión como consecuencia del accidente. Ninguno de nosotros puede subir a la superficie. Escribo a ciegas."
Oficial Koléshnikov. 12 de Agosto de 2000. Submarino nuclear Kursk. Varado a 108 metros de profundidad, en el mar de Barents. (28 muertos)
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"15:20 Está lleno de humo, siguen las explosiones en los pisos de arriba y vuelve a temblar el suelo. Se ve fuego a través de los cristales, algunos se rompen con el calor, en los pisos de arriba se oyen los gritos. Antes de salir, llamé por teléfono y dejé un mensaje en el contestador. Hace demasiado calor para aguantar aquí dentro, tengo que buscar una ventana".
Oswaldo Padilla 11 de Septiembre de 2001 World Trade Center Nueva York (2978 muertos)
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"8:10 La gente corre sin dirección, algunos gritan que pueden explotar más bombas. Hay restos de cuerpos entre los hierros retorcidos. Alguien me agarra por los brazos y me levanta, los oídos me duelen. A lo lejos, se oyen las sirenas en medio de un silencio casi gélido. Aprieto la cartera con las fotos de mi mujer y los niños que aún no han llegado del Ecuador".
11 de Marzo de 2004 Estación de Atocha Madrid (191 muertos)
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"11:00 Estábamos sentados en el gimnasio, en ropa interior. Había bombas atadas a las canastas de baloncesto y también rodeándonos a todos, seremos un millar de personas. Tras la primera explosión he salido corriendo por el agujero de la pared, veo que algunos caen a mi lado, las ametralladoras suenan a nuestra espalda. No escribo, pero siento que voy a morir si no cruzo esa calle".
Un niño cualquiera de Beslán 3 de Septiembre de 2004. Osetia del Norte - Rusia (330 muertos)
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"8:53 Todavía retumba el ruido de la explosión. Está lleno de humo y nos hemos bajado en medio del túnel iluminados con las débiles luces de emergencia. Después de casi una hora esperando, nos han desalojado por la salida de la siguiente estación. Ahora espero al autobús para llegar al trabajo lo antes posible. Se acerca el autobús de la línea 30 lleno de gente, tengo que entrar como sea".
John Sallisbury 7 de Julio de 2005 Estación de King's Cross Londres (55 muertos)
Porque esperas humillada, háblame de aquella arruga, de aquella palabra que aguardabas durante meses. Porque sabes de la fuente y nada del fuego dime de la hipocresía que guarda el deseo. Desnuda como estás, háblame del amor si es que existe, esa tu belleza hundida y arrogante. Cuántas veces traicionada, cuántas rendidas con la mentira de unos ojos preparados para ello. Amor, dime porqué los abrazos son iguales y nerviosos como el infinito. Háblame de aquel beso hondo, pero que a nada sabe. Háblame de la memoria que descubre tus palabras, olvidándolas por dentro. Una vez más y desnuda como estás, háblame de la verdad en unos brazos llenos de desprecio, y tantas veces creció la esperanza en tu huida hacia delante. Háblame del aliento, que nos quema. Dime si son verdad las palabras que sobreviven al recuerdo y por qué te sientes tan despreciable y tan vieja.
20 comentarios:
" No sé, me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso si! - y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡ pierden el tiempo las que pretenden seducirme!. Está fue - y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Que me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Que me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronostico reservado? ¡ María Luisa era una verdadera pluma!. Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores!. Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. " ;¡ María Luisa! ¡María Luisa!...y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡ Que delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...la de pasarse las noches de un solo vuelo! Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿ Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando."
Porque ni tú ni yo
decimos la poesía
por su nombre,
sino que nos inventamos
-y más que inventar: nos añoramos-
en frases
que alguna vez, o por primera vez,
tuvieron su sentido, intrínseco
sólo en el instante,
para que no sea redicho, ni sabio,
ni ignorante,
porque ni tú ni yo
hemos venido hasta aquí
para hablar en verso;
por el contrario,
del reverso, que no tenebroso
sino primaveral y casi veraniego
en las mañanas, justo cuando
el resto saluda y se despide,
mientras transcurre lo que decimos,
transcurre también la poesía.
LÍMITES
No existe el horizonte que ahora ves,
es sólo una ficción que el ojo crea,
el reconocimiento de su falta
de ambición al mirar, la ingente suma
de todos sus fracasos, la metáfora
de las limitaciones que conoce.
Detrás de aquella raya, queda un mar
que tus dos ojos niegan, tachan, hunden.
Acostumbra a tu mente -más osada-
a saltar por encima de ti mismo.
Hablamos de tí, pero sin pena.
Sencillamente hablamos de ti, de como
nos dejaste, del sufrimiento lentísimo
que fue fundiéndote, de tus
cosas hablamos, y también de tus gustos,
de lo que estimabas y de lo que no estimabas,
de lo que hacías y decías y sentías;
de tí hablamos, pero sin pena.
Y poco a poco serás tan nuestro
que no hará falta ni que hablemos de tí
para recordarte; poco a poco serás
un gesto, una palabra, un gusto, una mirada
que fluye sin decirlo ni pensarlo.
RENUNCIA
Puedo respirar aún más callado,
reducirme al silencio de un esqueleto.
Hoy escribo mis últimas cartas
y sigo muy viejo con el diario de ayer,
no ha pasado nada, sólo algún pájaro
y una luz que se ahoga entre tejados.
Hoy renuncio,
renuncio a los cristales
y a las imágenes de muertos,
renuncio a la limosna.
No quiero ninguna palabra
que no se parezca al origen,
renuncio al consuelo.
Más, más abajo
hay un hueco de escalera
he parado todos los relojes,
renuncio al nombre de la horas.
Pierdo todo lo que está en mis manos,
tuve días que fueron de miradas
y algún vestido,
hubiera sido hermoso enseñarte a nadar,
renuncio a nombrarte cuando todo está quieto.
Cara a la pared
se descubren territorios inéditos,
páramos, cielos de plomo,
renuncio a los paisajes.
Sé que puedo resucitar
de una muerte por hastío
pereo aún hay un desierto en mi habitación
y gravedad en el agujero de mi vida.
VAYA UNO A SABER
Amiga
la calle del sol tempranero
se transforma de pronto
en atajo bordeado de muros vegetales
el rascacielos da la visión despiadada
de un acantilado de poder
los colectivos pasan raudos
como benignos rinocerontes
y en un remoto bastidor de cielo
las nubes son sencillamente nubes
la muchacha cargada de paquetes
es una hormiga demasiado obvia
y en consecuencia la descarto
pero el lisiado de noble rostro
ése sí avanza como un cangrejo
la monjita joven de mejillas ardientes
crece como un hongo sin permiso
el hollín va siendo lentamente rocío
y el olor a petróleo se convierte en jazmín
y todo eso por qué
sencillamente porque
en la primera línea
pensé en vos
amiga
AYER TE BESÉ EN LOS LABIOS...
Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto,
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más. El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada ya,
para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no...
-¿Adónde se me ha escapado?-.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.
Pedro Salinas
PLUSCUAMPERFECTO DE FUTURO
Cuando deje las sábanas, mañana,
pensaré que mi sueño de la noche
no ha sido sólo un sueño
y que lo que me aguarda no es la huraña
mañana de mañana.
Acogeré mi cuerpo esperanzado,
como un feliz presagio inmerecido,
y si hay un cuerpo al lado,
será maravilloso descubrirlo,
saber que las monedas que he pagado
(y las monedas con que me ha comprado)
han sido las monedas del amor,
que pagamos con gusto y por el gusto,
locos de amor los dos.
Y amar, esa mañana, extrañamente,
será la redención de nuestros actos
pasados y futuros,
y el hecho del amor, en su presente,
será como la historia sin la historia,
un cuento que contamos con los cuerpos
y que tiene sentido,
lleno de ruido y furia compartidos.
Y si despierto solo,
despertaré contento de estar solo,
por la simple razón de estar conmigo,
que soy el viejo amigo
de algunos buenos ratos que he vivido.
Se inundará la casa con el sol,
y si no hay sol se inundará de gris,
un gris reconfortante, de París,
que es la ciudad que tiene un gris más sol.
Haré mis abluciones matinales
y haré la colación,
y respecto al milagro
de que los alimentos alimenten
haré una reflexión
profunda, sorprendente, que alimente
las estancias del alma y que dé calma
a un alma que ama la contemplación.
Para el resto del día tendré planes
y hasta tendré esperanzas,
que ya es tener bastante un mismo día,
y en un claro derroche de energía
tendré la convicción de que los planes
y hasta las esperanzas
no son la más completa tontería.
Naceré a mi ciudad,
como si fuese la primera vez
que nazco y que la veo,
contento de nacer y de fundar,
igual que un gran viajero, mi ciudad,
quizá un lugar tranquilo junto al mar,
donde esperar consiste en encontrar
una buena razón para esperar
el paso de los días.
Ya la ciudadanía,
que, comúnmente, es una porquería,
una viciosa tropa indiferente,
habré de comprenderla, y, comprendiéndola,
comprenderé toda su indiferencia,
su desprecio, porque tendré conciencia
de que quien más quien menos (y me incluyo)
tiene una innoble historia que contar,
lo cual, si no inocentes,
nos vuelve dignos de algo de piedad.
Seré un huésped del tiempo, un invitado
que aspira a estar contento y al cuidado
de las horas, hasta lograr que el tiempo
sea por fin mi líquido elemento,
y no un andén desierto en que aguardar
trenes de paso hacia ningún lugar,
cansado, el pensamiento, de sentir,
y de pensar, cansado el sentimiento.
Toda la peor vida de la vida,
que a veces es la única que ocurre,
le habrá ocurrido a un yo que no conozco,
un yo que a fuerza de desconocido
convierte en no vivido lo vivido,
y el yo que reconozco, el que comparte
la vida preferida
(ésa que ha estado siempre en otra parte)
sera mi yo más mío.
Y la vida que venga será fácil,
o lo parecerá (que más me da)
será la dulce vida,
y por dulzura y por facilidad
será una eternidad mientras me dura,
aunque sólo me dure un día más.
Por eso, más que un día,
mi día de mañana es el proyecto
de un tiempo por llegar:
es el pluscuamperfecto de futuro.
Ya sólo hay que aprenderlo a conjugar.
De "La vida de frontera"
MI HOMENAJE
Por cuanto ya he leído,
me permito afirmar que a nuestro gremio
le parece arriesgado dedicarte un poema.
Tememos un exceso de emoción
y nos asusta el tópico, sin reparar, tal vez,
en que es sentimental y tópica la vida,
y en que no hay sentimiento
más sobrio y menos huero
que aquel al que rehuye la cobarde retórica
de nuestra recelosa tribu.
Pocas veces encuentras, amistad,
el lugar que mereces en los versos:
te lo usurpa el amor, ese afecto inconstante,
sentimental y tópico que se dice tu hermano.
No pretendo cargarte de adjetivos,
compararte con nada ni sumar tus virtudes;
solamente quisiera, aunque sea una vez,
certificar mi asombro ante tu gran ausencia
y rendirte homenaje.
Yo te canto, amistad,
sosegada pasión que bendice mi vida.
LA VIDA EN JUEGO
Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde pongo la fe, me pongo en juego.
Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego
lo que me queda: un resto de esperanza.
Al siempre va. Mantengo mi postura.
Si sale nunca, la esperanza es muerte.
Si sale amor, la primavera avanza.
EL LUGAR DEL CRIMEN
Más allá de la sombra
te delatan tus ojos,
y te adivino tersa,
como un mapa extendido
de asombro y de deseo.
Date por muerta,
amor,
es un atraco.
Tus labios o la vida.
Luis García Montero.
Ha venido tu lengua; está en mi boca
como una fruta en la melancolía.
Ten piedad en mi boca: liba, lame,
amor mío, la sombra
Antonio Gamoneda.
AMOR
Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.
Antonio Gamoneda
Premio Cervantes 2006
Puse mis manos en un rostro y las retiré heridas por el amor.
Ahora,
el olvido acaricia mis manos.
A. Gamoneda
Un día habrá una isla, que no sea silencio amordazado (P.García Cabrera)
LA PALABRA
La mano que reposa en la mano de amante,
jugando con la joya de algún aniversario.
Los tacones rojos de una puta vestida de rojo
por el pasillo de un hotel de alfombras rojas.
La adolescente que se pone los calcetines escoceses
en un almacén de bebidas,
sentada sobre un fardo de cartones, mirando su reloj,
contando unos billetes.
El jubilado que vuelve
a casa con un ramo
de rosas sin abrir -y medio siglo
vivido ya con esa vieja
que cocina sin sal y apenas habla.
El cliente del peep show, mirando
a través del cristal de la cabina
-como un caleidoscopio de quimeras y bragas-
el girar de unos cuerpos que sonríen.
El muchacho que entra en un bar de ambiente
con ojos de gacela lastimada.
El viajero que besa la foto familiar.
El viajero que desliza
por el mostrador la tarjeta
de crédito, y se pierde
con la muchacha elegida por el laberinto de los reservados
bajo las luces especiales de un reino de peluche.
El que pronuncia un nombre, y no se duerme,
y abraza la almohada.
Los colegiales que se besan en los jardines del internado.
La separada joven que mira el teléfono
rogándole que suene.
El señor atildado que detiene su coche en una esquina
y cierra un trato
con el chapero de las zapatillas de deporte.
El niño que busca el cuarto oscuro
para quedarse a solas con la gélida
imagen de una modelo de revistas de moda.
Contra nosotros mismos: lo que llamamos amor.
Y cada cual pronuncia esa palabra
con un secreto temor y una secreta demencia.
FELIPE BENITEZ REYES
Premio Nadal 2007
Los lamentos poéticos de este siglo son sólo sofismas.
Los primeros principios deben estar fuera de discusión.
Acepto a Eurípides y a Sófocles; pero no acepto a Esquilo.
No deis muestra de carecer del más elemental decoro ni de mal gusto hacia el creador.
Rechazad la incredulidad: será para mí un placer.
No existen dos géneros de poesía; sólo hay uno.
Existe una convención poco tácita entre el autor y el lector, por lo cual el primero se llama enfermo y acepta al segundo como enfermero. ¡El poeta es el que consuela a la humanidad! Los papeles se han invertido arbitrariamente.
No quiero ser difamado con el calificativo de fanfarrón.
No dejaré Memorias.
La poesía no es la tempestad, como tampoco el ciclón. Es un río majestuoso y fértil.
Sólo admitiendo físicamente la noche, se ha llegado a hacerla admitir moralmente. ¡Oh Noches de Young! ¡Cuántas jaquecas me habéis ocasionado!
No se sueña sino durmiendo. Palabras como sueño, nada de la vida, pasó por la tierra, el adverbio quizás, el trípode desordenado, han infiltrado en vuestras almas esa poesía húmeda de languideces similar a la podredumbre. Sólo hay un paso de las palabras a las ideas.
Las perturbaciones, las ansiedades, las depravaciones, la muerte, las excepciones en el orden físico o moral, el espíritu de negación, los embrutecimientos, las alucinaciones favorecidas por la voluntad, los tormentos, la destrucción, las lágrimas, las insaciabilidades, las servidumbres, las imaginaciones penetrantes, las novelas, lo inesperado, lo que no debe hacerse, las peculiaridades químicas del buitre misterioso que acecha la carroña de alguna ilusión muerta, las experiencias precoces y abortadas, las oscuridades con caparazón de chinche, la terrible monomanía del orgullo, la inoculación de los estupores profundos, las oraciones fúnebres, las envidias, las traiciones, las tiranías, las impiedades, las irritaciones, los despropósitos agresivos, la demencia, el soleen, los terrores razonados, las inquietudes extrañas que el lector preferiría no sentir, las muecas, las neurosis, las hileras ensangrentadas por las que se hace pasar la lógica que no tiene salida, las exageraciones, la falta de sinceridad, los parloteos, las vulgaridades, lo sombrío, lo lúgubre, los partos peores que los asesinatos, las pasiones, el clan de los novelistas de tribunales, las tragedias, las odas, los melodramas, los extremos presentados perpetuamente, la razón silbada impunemente, los olores de gallina mojada, las insipideces, las ranas, los pulpos, los tiburones, el simún de los desiertos, todo aquello que es sonámbulo, turbio, nocturno, somnífero, noctámbulo, viscoso, foca parlante, equívoco, tuberculoso, espasmódico, afrodisíaco, anémico, tuerto, hermafrodita, bastardo, , albino, pederasta, fenómeno de acuario y mujer barbuda, las horas repletas de desaliento taciturno, las fantasías, las acritudes, los monstruos, los silogismos desmoralizadores, las basuras, lo que es irreflexivo como el niño, la desolación, ese manzanillo intelectual, los chancros perfumados, los muslos con camelias, la culpabilidad de un escritor que rueda por la pendiente de la nada y se desprecia a si mismo con gritos jubilosos, los remordimientos, las hipocresías, las perspectivas imprecisas que os trituran con sus engranajes imperceptibles, los severos escupitajos sobre los axiomas sagrados, , la piojería y sus cosquilleos insinuantes, los prefacios insensatos como los de Cromwell, de la señorita de Maupin y de Dumas hijo, las caducidades, las impotencias, las blasfemias, las asfixias, las sofocaciones, las rabias; frente a esos inmundos osarios que con sólo nombrarlos enrojezco, es hora de reaccionar contra lo que nos ofende y nos doblega autoritariamente.
Vuestro espíritu es arrastrado perpetuamente fuera de quicio y sorprendido en la trampa de tinieblas construida con grosero artificio por el egoísmo y el amor propio.
Soñé que había entrado en el cuerpo de un puerco, que no me era fácil salir, y que enlodaba mis cerdas en los pantanos más fangosos. ¿Era ello como una recompensa? Objeto de mis deseos: ¡no pertenecía más a la humanidad! Así interpretaba yo, experimentando una más que profunda alegría. Sin embargo, rebuscaba activamente qué acto de virtud había realizado, para merecer de parte de la providencia este insigne favor. Más ¿quién conoce sus necesidades íntimas, o la causa de sus goces pestilenciales? La metamorfosis no pareció jamás a mis ojos, sino como la alta y magnífica repercusión de una felicidad perfecta que esperaba desde hacia largo tiempo. ¡Por fin había llegado el día en que yo me convirtiese en un puerco! Ensayaba mis dientes sobre la corteza de los árboles; mi hocico, lo contemplaba con delicia. No quedaba en mí la menor partícula de divinidad: supe elevar mi alma hasta la excesiva altura de esta voluptuosidad inefable.
Hay horas en la vida en que el hombre de melena piojosa lanza, con los ojos fijos, miradas salvajes a las membranas verdes del espacio, pues le parece oír delante de sí, el irónico huchear de un fantasma. El menea la cabeza y la baja; ha oído la voz de la conciencia. Entonces sale precipitadamente de la casa con la velocidad de un loco, toma la primera dirección que se ofrece a su estupor, y devora las planicies rugosas de la campiña. Pero el fantasma amarillo no lo pierde de vista y lo persigue con similar rapidez. A veces, en noches de tormenta, cuando legiones de pulpos alados, que de lejos parecen cuervos, se ciernen por encima de las nubes, dirigiéndose con firmes bogadas hacia las ciudades de los humanos, con la misión de prevenirles que deben cambiar de conducta, el guijarro de ojo sombrío ve pasar, uno tras otro, dos seres a la claridad de un relámpago, y, enjugando una furtiva lágrima de compasión que se desliza desde su párpado helado, exclama: Por cierto que lo merece; no es más que un acto de justicia.
Después de haber dicho esto, recobra su actitud huraña, y sigue observando, con un temblor nervioso, la caza de un hombre, y los grandes labios de la vagina de sombra, de donde se desprenden incesantemente, como un río, inmensos espermatozoides tenebrosos que toman impulso en el éter lúgubre, escondiendo en el vasto despliegue de sus alas de murciélago, la naturaleza entera, y las legiones de pulpos que se han vuelto taciturnos ante el aspecto de esas fulguraciones sordas e inexpresables. "
A TU ORILLA
A tu orilla he venido. Tengo un otoño, un pájaro
y una voz desusada. Tú me esperas: un río,
una pasión y un fruto. Y tiene nuestro encuentro
el vuelo, la corriente, seguros, proclamados.
He venido a tu orilla con los brazos tendidos
y ahora ya soy la hierba que no termina nunca,
el barro donde el agua sujeta sus mensajes
y la cuna del cauce para mecer tu sueño.
Dime si estoy pendiente de mi diario trabajo,
si basta a tus oídos mi tristísimo verso
o si a mi sombra vive mejor mayo tu carne.
De tu orilla me iría si ahora me dijeras
que te amo solamente como los hombres aman
o que mi voz te suena como todas las voces.
"13.15. Todos los tripulantes de los compartimientos sexto, séptimo y
octavo pasaron al noveno. Hay 23 personas aquí. Tomamos esta decisión como
consecuencia del accidente. Ninguno de nosotros puede subir a la
superficie. Escribo a ciegas."
Oficial Koléshnikov.
12 de Agosto de 2000.
Submarino nuclear Kursk.
Varado a 108 metros de profundidad,
en el mar de Barents.
(28 muertos)
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"15:20 Está lleno de humo, siguen las explosiones en los pisos de arriba y vuelve a temblar el suelo. Se ve fuego a través de los cristales, algunos se rompen con el calor, en los pisos de arriba se oyen los gritos. Antes de salir, llamé por teléfono y dejé un mensaje en el contestador. Hace demasiado calor para aguantar aquí dentro, tengo que buscar una ventana".
Oswaldo Padilla
11 de Septiembre de 2001
World Trade Center
Nueva York
(2978 muertos)
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"8:10 La gente corre sin dirección, algunos gritan que pueden explotar más bombas. Hay restos de cuerpos entre los hierros retorcidos. Alguien me agarra por los brazos y me levanta, los oídos me duelen. A lo lejos, se oyen las sirenas en medio de un silencio casi gélido. Aprieto la cartera con las fotos de mi mujer y los niños que aún no han llegado del Ecuador".
11 de Marzo de 2004
Estación de Atocha
Madrid
(191 muertos)
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"11:00 Estábamos sentados en el gimnasio, en ropa interior. Había bombas atadas a las canastas de baloncesto y también rodeándonos a todos, seremos un millar de personas. Tras la primera explosión he salido corriendo por el agujero de la pared, veo que algunos caen a mi lado, las ametralladoras suenan a nuestra espalda. No escribo, pero siento que voy a morir si no cruzo esa calle".
Un niño cualquiera de Beslán
3 de Septiembre de 2004.
Osetia del Norte - Rusia
(330 muertos)
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"8:53 Todavía retumba el ruido de la explosión. Está lleno de humo y nos hemos bajado en medio del túnel iluminados con las débiles luces de emergencia. Después de casi una hora esperando, nos han desalojado por la salida de la siguiente estación. Ahora espero al autobús para llegar al trabajo lo antes posible. Se acerca el autobús de la línea 30 lleno de gente, tengo que entrar como sea".
John Sallisbury
7 de Julio de 2005
Estación de King's Cross
Londres
(55 muertos)
EXISTIENDO
Porque esperas humillada, háblame
de aquella arruga, de aquella palabra
que aguardabas durante meses.
Porque sabes de la fuente y nada del fuego
dime de la hipocresía que guarda el deseo.
Desnuda como estás, háblame del amor
si es que existe, esa tu belleza hundida
y arrogante. Cuántas veces traicionada,
cuántas rendidas con la mentira de unos ojos
preparados para ello. Amor, dime
porqué los abrazos son iguales y nerviosos
como el infinito. Háblame de aquel beso
hondo, pero que a nada sabe.
Háblame de la memoria que descubre
tus palabras, olvidándolas por dentro.
Una vez más y desnuda como estás,
háblame de la verdad en unos brazos
llenos de desprecio, y tantas veces
creció la esperanza en tu huida
hacia delante. Háblame del aliento,
que nos quema. Dime si son verdad
las palabras que sobreviven
al recuerdo y por qué te sientes
tan despreciable y tan vieja.
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