sábado, 27 de noviembre de 2010

Crudo invierno

Llega antes por el frío que con las marcadas hojas de calendario y nos deja ateridos. La expresión de ser una estación "cruda" resuta extraña, como si el tiempo necesitara de cocción, o tal vez por ser el inicio (y también final) de este año de número redondo, que deja fechas para siempre.
Frío y en silencio, el hielo no siempre derretido como el agua en lentitud y la nieve aparecida como el espíritu fosilizado que cubre de blanco los perfiles de las montañas, ésas que no visitaremos hasta la próxima primavera, demasiado lejana ahora.
Igual que le sucede al plantígrado de tres letras, el sueño se perpetúa en un anunciado letargo, tiempo de espera que sigue presente, dormidos los cuerpos mucho antes de la cronología del instante en que se rasga el calendario por el próximo equinocio.
Llega el crudo invierno, vienen los días breves y las noches gélidas casi eternas.
Si pudiera estar más cerca, tal vez encendiendo esta chimenea de palabras que arden y calientan un momento vuestros ojos, iluminando la estancia y creando sombras que suben y bajan al capricho de las llamas. A pesar de tanto invierno, hoy enciendo la chimenea para extender las manos y calentarlas frotando los pies contra este suelo, el que marca el perfil de este gélido horizonte.

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