miércoles, 5 de junio de 2013

Antonio Muñoz Molina gana el Príncipe de Asturias de las Letras

Aunque le gusta aterrizar plácidamente y sin hacer ruido en la primavera de Madrid para ver si acaso como va adquiriendo exuberancia lo que hay plantado en su jardín; aunque sale lo justo de casa, montado en su bicicleta, sorteando el tráfico como puede y echando su ojo analítico al vuelo al tiempo que pedalea sin tregua por los azarosos tiempos que han dado lugar a su último y brillante ensayo Todo lo que era sólido, hoy, Antonio Muñoz Molina, no tendrá más remedio que romper sus beligerantes treguas, sus plácidos desvelos, sus rutinas de ojo avizor para dedicarle un día a la alegría del reconocimiento. La de haber recibido esta mañana el Premio Príncipe de Asturias de las Letras por "una obra que asume admirablemente la condición del intelectual comprometido con su tiempo"

1 comentario:

Andrés dijo...

Antonio Muñoz Molina ha encabezado los discursos de agradecimiento de esta edición de los Premios Príncipe de Asturias con una disertación sobre el oficio de escritor de alto contenido crítico. Para el Príncipe de Asturias de las Letras, "es difícil hablar de la perseverancia y el gusto del trabajo en un país en el que tantos millones de personas carecen angustiosamente de él".

Muñoz Molina ha añadido que "es casi frívolo divagar sobre la falta de correspondencia entre el mérito y el éxito en literatura en un mundo donde los que trabajan ven menguados sus salarios mientras los más pudientes aumentan obscenamente sus beneficios, en un país asolado por una crisis cuyos responsables quedan impunes mientras sus víctimas no reciben justicia, donde la rectitud y la tarea bien hecha tantas veces cuentan menos que la trampa o la conexión clientelar; un país donde las formas más contemporáneas de demagogia han reverdecido el antiguo desprecio por el trabajo intelectual y conocimiento".

"Es nuestra responsabilidad", ha terminado el escritor, en referencia a los logros conseguidos en momentos tan trascendentales como el "salvar lo que ganamos gracias a que muchas personas hicieron y hacen bien sus oficios, privados y públicos; y también reflexionar con urgencia sobre todos los errores, todas las inercias y descuidos que necesitamos corregir. En esa tarea los oficios de las palabras podrán ser más útiles que nunca".